¡Qué difícil es explicar cómo me siento tras haber terminado La chica del tren! Ha sido una lectura fascinante, cautivadora de principio a fin. Decidí subirme al tren cuando empecé el primer capítulo y no he querido bajarme ni siquiera cuando ya había llegado a su destino.
Y es que esta novela puede describirse perfectamente como el movimiento de un tren: frenético, desconcertante, soñador, cautivador, ruidoso, inquietante, extraño, revelador,... Una historia hecha para hacerte asomar a la ventana y dejar volar la imaginación; hacerte sentir parte de todo lo que ocurre y desear averiguar tanto como Rachel qué diablos está pasando o, mejor dicho, qué diablos pasó la noche de aquel sábado...Opinión personal (contiene pequeños spoilers):
En primer lugar debería destacar los personajes. Cada personaje que aparecía en la historia me iba impactando más porque todos tenían algo que conseguía descolocarme conforme iba conociéndoles. Todos parecían a primera visto algo que luego resultaban no ser y es entonces cuando descubres que nadie es lo que parece. La chica del tren nos muestra personajes con vidas perfectas (excepto la de Rachel), personajes que tienen todo lo que siempre habían deseado tener, aparentemente.
La vida de Rachel fue una vez así; hubo un tiempo en el que fue feliz y tenía todo lo que quería. Antes de que todo se fuera a la mierda (perdón por la expresión). Desde aquel momento, desde que empezó a dejarse y comenzó a beber y beber su vida fue de mal en peor, al igual que su relación con Tom. Tom, el típico marido perfecto que toda mujer querría tener. Tom, el hombre por el que, aún ahora después de todo lo que ha pasado, Rachel sigue suspirando. Tom, el hombre por el que Rachel está dispuesta a todo por volver con él. Tom, el gran mentiroso Tom. Me pareció un personaje realmente curioso y con el que me sorprendí a mí misma por hacerme sentir tan parecida a Rachel al menos una vez y en una cosa: ambas le creímos, ambas nos tragamos su pose de “don perfecto”.
Rachel es muy desgraciada, ha tenido demasiada mala suerte en la vida, pero no es un personaje que me haya gustado. Admiro su valor a la hora de entrometerse en la desaparición de Megan pero no es más que eso: una entrometida. Rachel es una mujer, hecha y derecha, que ha perdido todo en la vida por culpa de su adicción a la bebida, sus tremendas borracheras en las que parece padecer un trastorno de bipolaridad que la hacen hacer cosas de las que luego, al día siguiente, no recuerda nada. Su marido la ha dejado por otra, la han echado del trabajo, se ve avocada a vivir con una amiga, más bien conocida, con la que no mantiene muy buena relación,... su vida se ha vuelto tan monótona y aburrida que lo único que parece distraerla de ese vacío es observar las casas desde la ventana de su tren diario. Observar las casas y a quienes en ellas viven. Inventar historias sobre ellos, crearse vidas imaginarias que están muy lejos de ser reales, y decidir enfocar su propia vida en esa idea ficticia de perfección. Movida por sus ensoñaciones, decide involucrarse en la desaparición de la chica que observaba desde el tren. Esa decisión la harán pasar por mil cosas y tener que mentir, inventar más, y, por supuesto, hacer cosas que una persona normal no haría.
Me ha parecido que el hecho de que la historia estuviera narrada a través de Rachel, la mayor parte del tiempo, le daba un toque muy psicoanalista a la novela. Poder observar la personalidad de Rachel tan íntimamente y ver cómo reacciona ante todo lo que le sucede, ver qué decisiones toma, ver de qué forma una persona con serios problemas con la bebida, y propensa a padecer lagunas mentales, decide encarrilar su vida para salir de ese estancamiento... creo que es un punto muy a favor de esta novela y un tipo de protagonista muy diferente a todo lo que había leído hasta la fecha.
Ha sido una novela que me ha encantado y cautivado desde la primera página hasta la última. Una novela de misterio e intriga para todo tipo de lector (ya os digo que yo no soy muy dada al misterio y este libro me ha enganchado totalmente). Me ha encantado porque es totalmente diferente al concepto de novela de misterio que me había forjado hasta ahora. Una historia “real”, con personajes de la calle, con mentiras y hechos que suceden día a día, con engaños y acosos, adicciones y asesinatos, que se producen día a día a nuestro alrededor. Sin duda entiendo por qué estaba en la lista de mejores novelas de misterio de 2015 y se merece esa etiqueta. Una novela fascinante, muy bien redactada, muy bien estructurada y con un desarrollo de la acción frenético que no desvela nada concreto hasta el final, ni siquiera las pistas sueltas que se entreven entre líneas te ayudan a hacerte una idea fija de quién podría ser el culpable. Eso me ha encantado, el hecho de no tener claro a un culpable hasta que las pruebas no dejaban lugar a dudas.
Un 5/5. Ni siquiera cambiaría el final, es un final muy sencillo y bien planteado para esta historia. Sorprendente e inquietante. El hecho de que no sea un final feliz y perfecto donde todo acaba y pasa al olvido, a ser algo pasado que ya no tiene importancia, es genial. Es justo lo que esperaba. Para Rachel ese final en parte supone un adiós a lo que era, un cambio de vida y de aires, pero, a la vez, una cadena de la que no se va a poder desenganchar nunca porque siempre va quedar ligada a ella como un punto negro en su vida, como esa mancha que no puede sacar de su camisa.
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