Mira que soy puntual pero siempre llego tarde para estas cosas. Ayer sábado 23 de abril fue el Día del Libro. Un día maravilloso dedicado en exclusiva para nosotros, los amantes de la literatura. Para mí es un día especial porque, en parte, siento que es mi día. Los libros han formado parte de mí casi desde que aprendí a leer. Aunque llegué a tener mis malas épocas de lectora en las que he llegado incluso a odiar leer. Chss, tranquilos, que ya estoy curada. Me costó lo mío pero conseguí recuperarme de ese lapsus, con unas ganas increíbles además. Ese verano creo que leí como unos 20 libros del tirón xD. Pero recuerdo perfectamente la sensación que me embriagó cuando cayó entre mis manos El Libro. Ese libro que volvió a despertar mi curiosidad por la lectura. Ese libro que me enseñó qué quería, qué estaba buscando. Siempre he sentido que he ido dando tumbos de aquí para allá sin saber qué hacer con nada, ni siquiera con mi vida, pero, desde ese libro, lo tengo muy claro. Los libros que leo son tan yo como yo soy los libros que leo.
Dicen que las personas estamos formadas de un 50% de agua, pues yo estoy formada de un 50% lecturas. Somos mis libros y yo contra el mundo. Decidí estudiar lo que estoy estudiando con la clara idea de poder trabajar en el mundo editorial algún día y cada día que pasa lo tengo más claro.
Mis libros son mi familia. Con ellos me siento resguardada, me siento más en casa que en ningún sitio. Los miro y es como si mirara un viejo álbum de fotografías. Puedo recordar cada historia y casi me puedo ver a mí misma sumergiéndome entre sus páginas y viviendo cada aventura como si me fuera la vida en ello.
Dicen que las personas estamos formadas de un 50% de agua, pues yo estoy formada de un 50% lecturas. Somos mis libros y yo contra el mundo. Decidí estudiar lo que estoy estudiando con la clara idea de poder trabajar en el mundo editorial algún día y cada día que pasa lo tengo más claro.
Mis libros son mi familia. Con ellos me siento resguardada, me siento más en casa que en ningún sitio. Los miro y es como si mirara un viejo álbum de fotografías. Puedo recordar cada historia y casi me puedo ver a mí misma sumergiéndome entre sus páginas y viviendo cada aventura como si me fuera la vida en ello.
No quería que este fuera un post ñoño o sentimental en el que soltara un rollo que a nadie le importara pero, ha sido un gran día. He estado pensando en ello y ya lo he comentado por mis redes sociales. Mi blog no iba a ser diferente. Por supuesto no os voy a dejar con la intriga de saber qué libro es ese que me cambió la vida, seguro que a más de uno os sorprende. Ese gran y maravilloso libro que he leído ya unas cien veces es La Emperatriz de los Etéreos, de la flipante Laura Gallego. Creo que no necesito decir que ella se convirtió en ese mismo momento en mi escritora favorita y que, a día de hoy tras haber leído casi todo su trabajo, lo sigue siendo. Podría dedicar una sola entrada a hablar de Laura y de cuánto la admiro como escritora, espera, ¡puede que lo haga!
Y ya, por último, os voy a enseñar el libro que me autoregalado por el Día del Libro. Una edición preciosa ilustrada de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. La he encontrado entre los viejos libros del puestecito de mi pueblo y me he enamorado. Mirad qué bonita, por favor.
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